lunes, 23 de febrero de 2009

Reto de Cabanillas en el Ministerio de Interior

Rayando la cancha: ¿con tiza o con hierro?
Por: Juan Paredes Castro
El rayado de cancha entre el Ministerio del Interior y la Policía Nacional es un viejo reclamo con el que el poder político de turno ha jugado hasta hoy como ha querido.
¿Querrá Alan García, en verdad, cambiar las cosas?
¿Podrá hacerlo Mercedes Cabanillas?
Si estuviera decidida a hacerlo, como lo ha dicho, ¿empleará una tiza o un power point con mirada a la tribuna pública o preferirá asegurar el hierro en la mano, ateniéndose a todas las consecuencias, incluso impopulares?
Lo común, con honrosas excepciones, ha sido ver a los ministros del Interior cargados en procesión por las cúpulas de generales y coroneles de la Policía Nacional, en una reveladora metáfora no solo de una falsa subordinación al poder civil sino de una complicidad con la inmovilización y la impunidad de la inercia, de la ineficiencia y de la corrupción.
Con la puntería puesta en este núcleo de crisis institucional, Cabanillas primero tendrá que rayar la cancha de su sector entre el cambio y la inercia, entre la eficiencia y la ineptitud, entre la decencia y la corrupción. Esto no tendrá un costo político precisamente bajo, pero no podrá negarse a asumirlo si busca presentar resultados y de manera transparente.
El otro trazado de cancha es estructural y tiene que ver con aquello de dónde quedan las funciones propiamente dichas del Ministerio del Interior y dónde las de la Policía Nacional, para no ser confundidas. Dónde y cómo quedan también la inteligencia del Interior y la de la PNP, haciendo cada cual qué y con qué objetivos y exigencias, fundamentalmente de cara al orden público y a los conflictos sociales.
Será decisivo, asimismo, el trazado de cancha que permita definir aquellas tareas que la PNP debería ya dejar en los municipios provinciales y distritales, como el control del tránsito y algunos aspectos domésticos de coordinación más directa con las comisarías.
Cabanillas sabe cuánto tiene que reforzar los liderazgos y las condiciones de vida de una Policía Nacional que todos queremos decente y digna. Pero no podrá hacerlo sin antes cortar cabezas y gollerías, mafias y complicidades. Se ha acumulado demasiada escoria en una institución en que la regla de “dejar hacer” y “dejar pasar” no ha tenido casi excepciones.
La nueva ministra del Interior ha puesto la reestructuración policial a la cabeza de su agenda. La única manera de ser coherente con tal agenda es convertirse cuanto antes en la Dama de Hierro de un proyecto difícil y complejo que demanda la voluntad política del Gobierno, del Congreso y del Poder Judicial.
Si las cosas no van a ser así, volveremos al punto muerto de siempre

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